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parte de la vida cotidiana de los alumnos,
sin haber, primero sometido a un proceso
de resolución con vistas a un rescate
histórico de ese contenido.
En ese sentido, señalamos, a partir de
Duarte (2014), como ejemplos, actividades
de Matemática que, por la simple
utilización de elementos propios del campo
en sus enunciados, como sitio, lote,
plantaciones, semillas, peces, etc., son
caracterizadas como actividades
contextualizadas. De ese modo, Duarte
(2014) señala que trabajar con la cultura de
los alumnos no significa solo intercambiar
los enunciados de los problemas con
términos de ámbito general, por términos
específicos del contexto rural. En caso de
que eso ocurra, según la autora, estaríamos
solo creando una parodia de la realidad de
esos sujetos, por lo tanto, excluyendo
nuevamente sus saberes y sus prácticas
cotidianas.
También según Otani (2010), la
enseñanza de contenidos matemáticos en
nombre de una contextualización pautada
en la utilización de aquello que forma parte
de la vivencia del alumno, de lo que es
inherente a su vida diaria, no proporcionan
las potencialidades necesarias para que
ocurra la superación de las condiciones que
hacen de esos individuos un marginalizado
cultural, ya que la “superación de la
marginalización no está solo en considerar
una enseñanza de matemática que es
intrínseco al modo de vida del alumno,
sino en superar las dificultades por las
cuales esos individuos no tienen acceso al
conjunto de conocimiento matemático
universalizado” (Otani, 2010, p. 03).
En ese sentido, el autor antes citado
defiende que es necesario un
posicionamiento contrario a las tendencias,
en nombre de una contextualización a
cualquier costo, que producen una
rarefacción de contenido, haciendo que las
actividades y prácticas con Matemática,
realizadas en las escuelas no posibiliten
objetivamente la adquisición de
conocimiento matemático, o cuando
mucho, lleva a un conocimiento
matemático, fragmentado y superficial.
La defensa de una Matemática
escolar más “práctica”, significa renunciar
de buena parte de los contenidos que
actualmente componen el currículo,
teniendo en cuenta, la dificultad inherente
de esos contenidos para realizar
aplicaciones prácticas a la realidad
inmediata de los alumnos. Sin embargo,
esa adherencia o no por una Matemática
más práctica dependerá primero de la
concepción de enseñanza de cada profesor,
segundo de las condiciones, físicas,
estructurales, políticas y principalmente
ideológicas las cuales permean los campos
de actuación de esos profesores.