2
En este sentido, la pandemia en los mundos rurales lejos de pensarse como un impasse -
de quietud y encierro-, significó un aumento de la demanda de los centros urbanos para la
producción de alimentos, la vuelta al trueque, el reforzamiento de activismos, la
reactualización de consignas históricas de los movimientos del campo por la soberanía
alimentaria, junto a intentos por continuar la educación escolar y la auto-formación docente
(Zibechi, 2020). Desde nuestra perspectiva, la lente pedagógica es una puerta de entrada
potente para aproximarse a estas realidades pandémicas, múltiples y heterogéneas, que
comparten intensos procesos de construcción de saberes y aprendizajes.
Los impactos en el corto plazo sobre la escolarización de los niños, niñas y adolescentes
en América Latina y el Caribe han sido rápidamente relevados por distintos organismos
internacionales (UNESCO, 2020, 2022; UNESCO OREALC, 2020, 2021; UNESCO
OREALC & BID, 2020): el abandono escolar, el deterioro de los aprendizajes, y la
profundización de las desigualdades socio-educativas conforman los tres efectos mayormente
documentados. La suspensión de la presencialidad educativa, adoptada por los gobiernos de la
región como parte de la estrategia inicial para la reducción de contagios durante 2020 y parte
de 2021, ha sido de las más extensas del mundo (UNICEF, 2021). El BID estimó, en el año
2020, que 1,2 millones de niños, niñas y adolescentes podrían abandonar sus estudios en
América Latina y el Caribe como consecuencia directa tanto por la virtualización de la
escolarización como por los efectos socio-económicos, siendo el 90% estudiantes del nivel de
educación secundaria (Perusia y Cardini, 2021). Los esfuerzos llevados adelante por los
países para garantizar la continuidad pedagógica en las nuevas condiciones -que
comprendieron, entre otros aspectos, atender las asimetrías en el acceso a las tecnologías de la
información y la comunicación y a una conectividad de calidad- no fueron suficientes,
especialmente en la franja de adolescentes y juventudes en edad secundaria y poblaciones con
mayores grados de vulnerabilidad socioeconómica (Banco Mundial, 2021).
En las ruralidades, se articularon viejas desigualdades sociales con nuevas asimetrías
escolares vinculadas a la virtualización de la educación y la marginación digital (Blaustein et
al., 2021). En los tiempos de encierro estricto, lo anterior se tradujo en una serie de desafíos
educativos y de metodología de trabajo, para garantizar la continuidad en el caso de escuelas
y universidades, así como lograr sostener de modo virtual espacios de formación no escolares,
activismos y prácticas laborales. La precarización de los servicios de salud, la poca
accesibilidad a las tecnologías de información y comunicación, el incremento de las
violencias machistas y las amenazas extractivas, se sumaron a las dificultades escolares para