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muerto”, “ha muerto”, “cabizbajas”,
“triste”, “llorando”, “murió”).
Este léxico configura la isotopía del
‘llanto’ y sustenta las estrategias donde los
personajes toman la palabra para asegurar
alianza en el dolor. Son estrategias que,
dentro de la teoría retórica (Lausberg,
1983), aparecen ubicadas en el lugar de las
figuras “frente al público”: “interrogación”
(interrogatio) y “exclamación”
(exclamatio). De esta manera, la
argumentación por pathos se desarrolla
mediante un logos que juega con un
lenguaje figurado apto para dibujar
sentimientos en acción y consolidar un
modo o una tonalidad basada en el material
sonoro de la lengua.
En pocos versos se actualizan rasgos
en el interior de un campo semántico que,
en este poema, se bifurca en dos para
retratar dos mundos, el de la realeza
(“palacio”, “trono”, “rey”, “reina”,
“holán”, “caballos”, “laurel”, “patio
grande”) y el de los pastores (“álamos”,
“monte”, “pastor”, “pastora”, “ovejas”,
“caja”, “perro”, “pajarito”, “pala”,
“azadón”, “fosa”, “flor”), afines en la
participación de un mismo nivel de
humanidad que define la situación en
extremo patética y trágica. Se plasma un
mismo tipo de suceso en distintos estratos
socioculturales, alto (realeza) y bajo
(pastores). Los personajes, en esencia
iguales, difieren en el desempeño de
distintos papeles sociales: madre (rey o
pastora) y padre (rey o pastor). Los
imaginarios espaciales difieren: palacio y
campo. Los animales representativos de
cada contexto son el caballo en el mundo
de la realeza; ovejas, perro y pajarito, en el
campestre. En el mundo vegetal, el
‘laurel’ es emblema de realeza; el ‘álamo’
del campo donde se mueven los pastores.
Mundo1: el hijo del rey se ha muerto
El primer suceso del poema se
desarrolla mediante el esquema del topos
denominado ‘causa-efecto’ pero invertido.
Primero se presenta el efecto, luego la
causa, con lo que se genera una impresión
de sorpresa. El efecto es la noticia. Se
reseña el suceso directamente mediante la
estrategia de la ‘evidentia’, figura afectiva
mediante la cual se muestran hechos a los
ojos del lector que se consideran útiles y
suficientes para persuadir: “El palacio está
de luto/ Y en el trono llora el rey,/ Y la
reina está llorando/Donde no la pueden
ver:”. El suceso lo cuenta la voz lírico-
narrativa como ocurriendo simultáneo al
acto de enunciación, en presente, y por
medio de una perífrasis de gerundio. La
circunstancia aciaga (“de luto”) expresada
a través del predicativo “estar” parece
reseñar un evento social, “noticioso”,